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Saber identificar el grado de la quemadura y su extensión te permite actuar con criterio desde el primer segundo.
Refrescar la zona con agua, cubrir con gasas limpias y evitar remedios caseros marcan la diferencia entre un buen primer auxilio o complicaciones.
No romper ampollas, no aplicar pomadas sin supervisión médica y acudir rápido a urgencias en casos graves son pasos fundamentales para proteger la piel.
Una quemadura es una lesión en la piel debido al contacto o exposición de un agente peligroso, como pueden ser el calor, el frío, las radiaciones del sol, la electricidad o algunos productos químicos.
Las quemaduras, son uno de los accidentes caseros que con mayor frecuencia pueden darse en nuestro día a día, por ello, es importante saber cómo podemos prevenirlas y, en caso de lesión de la piel, cómo actuar.
Según las NTP, que son guías de buenas prácticas, en quemaduras poco extensas puede ser de utilidad considerar que la palma de la mano del accidentado corresponde a un 1% de la superficie corporal total. En el resto, se utiliza la denominada «Regla de los 9» de Wallace. Para ello se divide la superficie corporal del adulto en 11 áreas, siendo cada parte el 9% o un múltiplo de 9.
En este caso la valoración de la gravedad de una quemadura se basará en la extensión de la superficie corporal quemada y el grado de profundidad de la misma. Se considera una quemadura de carácter LEVE cuando la superficie quemada es inferior al 10% y su profundidad no rebasa el 2º grado. Entre el 10 y el 30% se considera GRAVE, independientemente de si la profundidad es de 2º o 3er grado. Entre el 30 y 50% es MUY GRAVE, y casi mortal cuando supera el 50%. Se consideran graves independientemente de su extensión o profundidad, las quemaduras que afectan a manos, pies, cara, ojos y genitales así como todas las de 2º y 3er grado en niños, ancianos y accidentados con enfermedades previas significativas.
El tratamiento de las quemaduras depende directamente de la gravedad de esta. Es decir, valoraremos si es de primer, segundo o tercer grado, y de su extensión en el cuerpo. De todos modos, cuando se trata de llevar a cabo una primera actuación, existen unas recomendaciones generales que se aplican en cualquiera de las situaciones, sólo con algunas excepciones. Lo primero que hay que tener presentes ante un caso de quemadura es eliminar el agente que ha causado la lesión. Es de vital importancia realizar una evaluación inicial, mantener los signos vitales del paciente y buscar otras posibles lesiones como hemorragias, shock, fracturas. En la mayoría de las quemaduras, la principal recomendación es refrescar la zona quemada aplicando abundante agua, no muy fría para evitar posibles hipotermias a la persona afectada. En caso de tratarse de una de tercer grado, se recomienda utilizar agua mineral o agua hervida. Seguidamente hay que envolver la lesión, ya sea con paños limpios o gasas estériles, previamente humedecidos en agua. Importante no apretar en exceso el vendaje para no presionar la herida. En el caso de las quemaduras de primer y segundo grado, una vez nos aseguramos de que están limpias, se recomienda la hidratación de la zona. Esto no es válido para las quemaduras de tercer grado, ya que se debe acudir lo antes posible a un centro médico.
Llegamos a este punto, podemos ver que los pasos a seguir ante una quemadura son sencillos, pero es de vital importancia tenerlos presentes y llevarlos a cabo en el orden correcto. ¿Estamos preparados para tratar alguna quemadura?
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