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Ni el azúcar ni el aceite de palma son «enemigos» absolutos: todo depende de cantidad y calidad.
Muchos mitos exageran sus efectos del azúcar y aceite de palma, sin contextualizar el consumo real.
Conocer la verdad ayuda a tomar decisiones alimentarias más conscientes, meditadas y saludables.
Hoy en día gracias a las redes y medios de comunicación las personas están más informadas y cada vez se plantean mucho más los ingredientes que contienen los alimentos, entre ellos el azúcar y el aceite de palma.
Si hablamos del azúcar, la OMS recomienda una ingesta reducida de azúcares libres a lo largo de toda la vida, a su vez tanto en adultos como en niños, la OMS recomienda reducir la ingesta de azúcares libres a menos del 10% de la ingesta calórica total y se sugiere que se reduzca aún más la ingesta de azúcares libres a menos del 5% de la ingesta calórica total.
El azúcar libre son los azúcares añadidos a los alimentos por los fabricantes, consumidores o cocineros o los azúcares presentes de forma natural en la miel, jarabes y zumos de fruta.
Por ejemplo, un adulto que consuma 2000 calorías debería reducir a menos de 25 g el consumo de azúcares libres, lo que equivale, aproximadamente, a menos de 6 terrones de 4 g y en niños aproximadamente unos 10-15 gramos al día.
Hay que diferenciar que el azúcar libre se refiere a los azúcares de zumos, miel y jarabes, pero no los presentes de forma natural e intrínseca en las piezas de fruta entera y las verduras.
Lo más importante para poder reducir el consumo de azúcar es o bien no comprar productos elaborados o aprender a leer etiquetas.
Aquí van unas pistas:
Existe el mito que el cerebro necesita azúcar para poder funcionar y la verdad es que no necesita azúcar, necesita glucosa, cuando consumimos hidratos de carbono en su forma compleja por ejemplo cereales en su forma integral, frutas, verduras al final de la digestión también obtenemos glucosa…
La panela es usada por muchos como sustituto del azúcar refinado, el único ingrediente es el jugo de la caña de azúcar, por mucho que no sea sometida a ningún tipo de proceso de refinamiento y contenga más nutrientes sigue siendo similar al azúcar.
El aceite de palma ha creado mucha controversia últimamente y la industria alimentaria ha intentado hacerlo desaparecer en la lista de ingredientes de muchos productos.
El aceite de palma es originario de la palma africana y es muy usado en productos de bollería y otros preparados procesados.
El aceite de palma es barato y muy versátil.
El aceite de palma es un ácido graso saturado.
Numerosos estudios han mostrado una asociación entre la ingesta de AGS (ácidos grasos saturados) y el perfil lipídico, particularmente aumento de las concentraciones de colesterol total, colesterol LDL, colesterol HDL, y cociente colesterol total: colesterol HDL, considerado como un buen indicador de riesgo de enfermedad cardiaca coronaria.
Los cultivos de aceite de palma agotan el suelo y tienen un gran impacto ambiental.
Lo encontramos en coberturas y cremas de chocolate, pasteles, bollería, precocinados, aperitivos entre otros productos.
Entre las opciones más saludables podemos encontrar el aceite de oliva virgen extra o el aceite de coco virgen.
Nos decantaremos por el primero, ya que además de ser un alimento rico en vitamina E, betacarotenos y ácidos grasos monoinsaturados que le confieren unas propiedades cardioprotectoras forman parte de nuestra cultura y la dieta mediterránea.
En conclusión ni el azúcar blanco ni el aceite de palma van a suponer un problema para nuestra salud siempre que se consuman de manera muy ocasional.
Si no consumes o moderas el consumo de ultraprocesados no tendrás que preocuparte en sí lleva o no azúcar o aceite de palma.
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