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La exclusión social no es solo pobreza: incluye carencias económicas, educativas, de salud, integración familiar y social.
La exclusión social no es solo pobreza: incluye carencias económicas, educativas, de salud, integración familiar y social.
El género agrava la vulnerabilidad: muchas mujeres sufren más exclusión por condiciones sociales, roles o violencia ligada al entorno.
En el post de hoy vamos a hablar sobre las diferentes opciones de las que disponemos para detectar un proceso de exclusión social y, en consecuencia, poder actuar. Podemos considerar que en todas las sociedades y en todas las épocas de la humanidad ha habido exclusión y excluidos.
A lo largo de la historia las relaciones entre los grupos han estado marcadas con cierta frecuencia por construcciones ideológicas que definían a las personas de otros grupos como indeseables, cargadas de características negativas, con las que no debía tenerse relación o que, incluso, merecerían ser eliminadas. Esta negación ha tenido siempre dos características, se las convertía en indeseables no por lo que hacían, sino por lo que eran y no hacía falta ningún tipo de pruebas para negarles derechos como la libertad, la igualdad, la vida y, especialmente, el derecho a ser diferentes.
La exclusión social remite a considerar quién está dentro y quién está fuera de una determinada sociedad. La exclusión social también la encontraremos asociada a la desigualdad y, específicamente, al concepto de pobreza. A veces significa que no disponer de recursos económicos conduce a la exclusión. También que, con frecuencia, muchas sociedades tienden a excluir al que es pobre. La exclusión social también se refiere al grado de cohesión que tiene una determinada sociedad. Indica hasta qué punto una persona o grupo que comparte los valores y las culturas dominantes en una sociedad puede ser considerada integrada. Indica los grados de disidencia posibles y la singularidad tolerada en las maneras de ser y vivir.
El concepto de exclusión social es más amplio que el de pobreza, ya que no se trata tan solo de una cuestión económica. También contiene más elementos que el concepto de desempleo, ya que existen personas ocupadas que viven en la exclusión: con la precariedad laboral existente podemos encontrar trabajadores que son pobres y excluidos. No obstante, existe acuerdo en que el desempleo es una de las principales fuentes generadoras de exclusión.
Ser mujer agudiza la vulnerabilidad que muchas de las mujeres ya padecen por ser pobres o por pertenecer a colectivos que con facilidad son dejados al margen. Mayoritariamente padecen de manera agudizada la exclusión. Además, con frecuencia experimentan por su propia condición de mujeres nuevos factores de exclusión. La pobreza tiene rostro femenino. En todas las sociedades hay más mujeres pobres y estas son las más pobres.
Las mujeres que están en prisión o, sobre todo, las que han pasado por ella, que han consumido drogas de manera destructora, que son de origen extranjero o que están en desempleo sufren una mayor exclusión y penalización social. En el empleo existe una segmentación del mercado de trabajo basada en estereotipos de género, que dificulta la inserción en el mercado laboral por el mero hecho de ser mujer. Esta discriminación se ve incrementada cuando además la mujer se encuentra en situación o riesgo de exclusión social por factores como la adicción a drogas, la violencia de género o haber cumplido una condena penal. Cuando en las parejas existe una situación complicada de usos de drogas, ellas tienen una alta probabilidad de ser víctimas de violencia de género. El porcentaje de mujeres con problemas de usos de drogas maltratadas por sus parejas es elevado, pero la mayoría de mujeres en esta situación no acude a los recursos asistenciales por el «peso social» de su denuncia (vergüenza, miedo…) y por la fuerte estigmatización que sufren cuando se conoce su adicción.
Así con todo lo mencionado podemos hablar de diferentes ideologías que se enmarcan en el entorno del concepto de exclusión social.
En nuestra pauta para entender la realidad de las personas y para diseñar las intervenciones deberemos dotarnos de una mirada muy amplia, en la que la condición de género ha de ocupar un lugar significativo en combinaciones explicativas que pueden ser muy diversas. Hablamos de hombres y mujeres singulares, que forman parte de grupos diversos, sometidos a condiciones sociales desiguales, que esperan de nosotros una mirada integradora de todas las condiciones que determinan su vida.
¿Qué opináis de lo que hemos hablado? ¿Creéis que es fácil detectar un proceso de exclusión social? ¿Qué experiencias tenéis en este sentido?
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