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Usar objetos cotidianos como conchas, pinzas o tubos les permite explorar formas, cantidades y relaciones desde el juego libre.
El proceso empieza con conocer los materiales, luego reconocer sus cualidades y finalmente compararlos y relacionarlos con hipótesis propias.
Dar al niño libertad para manipular, observar y experimentar convierte lo ordinario en una fuente rica de aprendizaje lógico-matemático.
“No hay nada en el intelecto que no haya pasado por nuestros sentidos.” Aristóteles.
Aprendemos desde los inicios de nuestra existencia. Antes de nacer ya percibimos las primeras impresiones a través del útero materno y más tarde, una vez nacemos, ya percibimos las propias sensaciones en nuestro cuerpo, las que irán madurando y ampliando sus posibilidades para poder actuar y conocer lo que hay fuera de uno mismo: un entorno físico y social lleno de oportunidades.
La matemática como tal está presente en la vida cotidiana. El niño tiene la capacidad para percibirla y aprende de forma espontánea de esta experiencia. El aprendizaje se da gracias a la acción y sin fragmentar los espacios de descubierta. La escuela y los educadores de esta etapa debemos aprender a observar y a hacer una mirada más consciente para poder acompañar a los niños en sus procesos y a potenciar el máximo de oportunidades y vivencias que lo acerquen al conocimiento. Nuestro acompañamiento debe ser cercano y facilitador pero permitiendo al niño ser el protagonista de su aprendizaje.
La organización por espacios de rincones de juego posibilita el trabajo autónomo, potencia la acción del niño que le impulsará a buscar, observar, experimentar, investigar,… y llegar cada vez más lejos con el material que tiene a su alcance.
Con su juego, el niño descubre las características físicas y cualidades de los objetos. Y en un segundo momento, busca las posibilidades del material y pone los objetos en relación.
Mediante la acción y repetición, el niño hará sus pequeñas hipótesis referentes a las propiedades de los elementos. Juega con las cantidades, la medida, el color, el volumen, la posición en el espacio, las formas, las magnitudes, etc. Así, el niño lleva a cabo acciones como llenar, vaciar, poner dentro, enhebrar, apilar, agrupar, hacer líneas, hacer perímetros, llenar espacios, hacer correspondencias, aparejamientos, clasificaciones, agrupaciones, etc.
Recapitulando, el proceso sería CONOCER los objetos y sus propiedades para más tarde RECONOCER los mismos objetos y poder PONER EN RELACIÓN /COMPARAR para establecer sus propias HIPÓTESIS y sacar sus propias CONCLUSIONES.
El cambio de la mirada del adulto en cuanto a las actividades del niño cercana a las descubiertas matemáticas, el reconocimiento de unas condiciones necesarias para que se dé un aprendizaje significativo y la importancia de un escenario correcto para el juego y la descubierta son aspectos clave en el aprendizaje de las matemáticas en esta etapa infantil.
Para ello, el material inespecífico ofrece un sinfín de posibilidades a los niños de todas las edades. Veamos a qué tipo de material nos estamos refiriendo agrupando por edades:
AULA 0 -1 AÑOS:
Cesto de los tesoros: con todo el material adecuado para ello. Se trata de material natural no plástico para que los niños descubran sus cualidades. Por ejemplo: conchas, esponjas, pinceles, peine de madera, cuchara metálica, bolsa de tela, cepillo, etc.
AULA 1-2 AÑOS:
Podemos utilizar el material del aula de 0-1 años y añadir más objetos:
AULA 2- 3 AÑOS:
Podemos incluir el material del aula de 1-2 años y añadir más objetos:
Cómo se puede apreciar, hay muchísimo material cotidiano que podemos aprovechar para trabajar la lógica-matemática. Abramos la mente y dejemos hacer a los niños para poder hacer investigación. Ellos son los especialistas.
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